RADIOGRAFÍA (Rx)

El objetivo principal de este proyecto poético es ofrecer una MUESTRA RADIOGRÁFICA de la poesía que se escribe en la actualidad en la ciudad de GRANADA y crear, a su vez, un espacio para la REFLEXIÓN TEÓRICA sobre el "estado de la cuestión". En este sentido, todo escritor es bienvenido, todo lector admirado, toda participación agradecida.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Rafael Juárez (Estepa, 1956)


Rafael Juárez nació en Estepa (Sevilla) en 1956; vive en Granada desde 1972 y es licenciado en Filología Hispánica. Ha sido librero, editor de libros y en la actualidad trabaja en la Fundación Francisco Ayala. Su publicación más reciente es la edición completa del poemario Aulaga (Benalmádena, Ediciones de Aquí, 2006). Carece de una poética estable, pero procura leer cada día buenos poemas y el periódico, como mínimo.



La novia nueva

I

En septiembre desbordan los jazmines las verjas
de las casas baratas de la calle Bruselas.

¿Morirá si mar el que pasa y sustrae
estrellas diminutas de aroma para nadie?


II

Dejé los siglos dieciocho
y diecinueve atrás para quererte,
porque tus ojos y tus labios son
el siglo veinte.

Quiero las norias lentas y las parras
de sombra verde
y las palabras claras que me dices
serenamente.

Pienso estas cosas
como quien cruza sin mirar un puente.


III

Cuando quiero lavar mi corazón
echó a andar por atajos y caminos,
y aunque sean los mismos siempre son
distintos los destinos

A veces vuelvo a la desolación
a través de la brisa y de los trinos
y otras los anodinos
pasos me llevan a la exaltación.

Pero los libros de Natalia Ginzburg,
casi cualquier película y el mar
purifican mis días.

Como la risa de Pilar
y como estar
dentro de algunas librerías.



IV

Consiénteme la tristeza
cuando no venga de ayer
ni de mañana, la de hoy.

Consiénteme que te diga
con tristeza que la rosa
amanece sin color.

Pero no me dejes triste
por un camino perdido
o una cadena de sed.

Sólo frente al mar callado
si ves que callo y me hundo,
calla y acompáñame.


V

Déjame que te quiera
como una novia nueva,
que me queme en la espera,

que te diga
mi vida
eres tú y te de besos al doblar las esquinas,
y te abrace al pisar el zaguán de la casa vacía.

Yo te traeré flores,
blancos nardos de noche,
rosas frescas que aromen
tu seno y se transformen
en canciones.

Y tú me darás hambre
y pan, y tendrás antes
de que me alcance
la sed de muerte de los que saben
preparado un instante
y otro instante
de amor directo y de pasión sin arte.

VI

Quererte es una costumbre
de mis brazos que me dejan
manco para recibirte.

Parecen brazos de otro.
Yo nunca he sido tan fuerte,
tan determinado y firme.

Mientras que te quiero hablo,
por costumbre, en una lengua
sin palabras, sin raíces.

Lengua en la que el mar extiende
el silencio de la luna
y el canto de los delfines.

Mis ojos también ejercen
si te quiero una costumbre:
ciegan para hacerme libre.

Mis ojos son los de alguien
que se introduce en la noche
seguro de que lo sigues.


VII

Amor bien puede que sea
dejar que los cuerpos vayan
y vengan a su caer.

Los labios sueltos imitan
la respiración del pez,
pero dos bocas chocan
el agua encuentra la sed.

Deja que tus manos vayan
y vengan bajo la piel.
Quien dice que no supone
que se le entiende también.

Viajan los enamorados
por los montones del ser
a los rincones vacíos
siguiendo un rastro al revés.

No pregunte quien se pierda,
sino mejor déjese.
Que amor bien puede que sea
dejar que vayan los cuerpos
y vengan a su querer.

VIII

“Se canta lo que se pierde...”
A. Machado


Me pedías que escribiera
versos de amor a ti.
Sólo si te perdiera
los podría escribir.

¿Se equivocó Machado?
¿He aprendido a fingir?
Los tres hemos cambiado.
¿Machado también?
Sí.


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