miércoles, 28 de noviembre de 2007

JUAN CARLOS ABRIL


LAURISILVA




Enfrente de aquel bosque,
una espesura verde ácida;
el plomo de las nubes.

Las nubes nunca cesan y desciende
aquí mi soledad;
se han curvado las sendas,

hay dispuesto un paseo inolvidable.
No niegues el placer
desconocido de la simpatía

en la corteza de los árboles.

* * *

SÚPER ANDRÓGINA
Proserpina



Los árboles caídos en el suelo
se han podrido, sus ramas — melodía
de drogas, sin descanso — obstruyen la vereda...

Pero ¿qué prisa tienes? Vas
hacia un fin excitado que revive.
¡Es el infierno! Es la primavera

que ha sumergido en sus profundidades
tu muerte siempre joven; ha nacido otra vez.
Vence tu piel itinerarios de tinieblas

y acariciando la esperanza — en el imperio
del humo hay una esfera herida — vuelves cantando:
Es el infierno. ¡Es la primavera!

* * *


EL REY HOJA




Ver significa primavera
y una corona adolescente
entrelazada de atributos.

Pero una venda forma enigmas
e, igual que el pan que crece oculto
en nuestro cuerpo, ignora el daño:

sólo nos guían los adornos
que a través de su flauta — algo se cumple
o se descifra — inician otra fuga.

En la persecución seremos vegetales.

* * *

MUNDO ORTIGA
Diana nemorensis



Unos harapos débiles de luz
cubren la estatua, o falsa luna
— antigua caracola ya sin ánimo —

en la ausencia obsesiva de deseo.
¿Por qué las cosas se persiguen
con más placer que se disfrutan?

Sólo quedan imágenes: El velo
en el espino desgarrado;
la soledad de la naturaleza;

tus ojos cráteres vacíos.

* * *

SOLSTICIO
Ramus aureus



Inquietud sin objeto, faldas
y anatomía. A medianoche
igual decir motivos o gusanos.

Desde la cima lanzas
discos de fuego al aire, ruedas
en llamas que descienden

nutriendo sueños líquidos;
y una mancha parece el bosque:
tu imagen reducida. Tiemblas

como las hojas de los árboles.


(De Crisis)

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